Agnes, David y Pamela son compañeros de SAC Syndikalisterna, organización anarcosindicalista con sede en Estocolmo con la que CGT mantiene una relación muy importante desde hace años. Hace algunos días, viajaron hasta Barcelona con motivo de unas jornadas sindicales organizadas por la Federación de Hostelería y Comercio de CGT. En ellas se presentó el libro “Algo ha pasado. Cien historias del nuevo mercado laboral”, un recopilatorio de testimonios reales de personas trabajadoras migrantes sobre sus experiencias laborales en este territorio escandinavo. Antes de regresar a Estocolmo, decidieron pasar por la sede confederal de Madrid. Aquí aprovechamos para hacerles algunas preguntas sobre su labor y sobre la situación de la clase trabajadora en Suecia, especialmente por la de aquellas que migran hasta allí con la esperanza de tener una oportunidad de construir un futuro mejor.

En Suecia, como nos dice Agnes, el idioma es una barrera. Por eso, desde el SAC, se han preocupado mucho de editar toda la información relevante sobre derechos laborales en varios idiomas. “Por experiencia, ya que yo llegué a Suecia hace más de quince años, sé lo que esto supone. Si una persona migrante empieza a trabajar y no conoce el marco legal del país, está expuesta a sufrir abusos desde el primer momento”, explica Paola. “Además, añade Agnes, las políticas en el Estado sueco no están enfocadas a las personas migrantes que llegan para ganarse la vida. Es habitual que se den situaciones de explotación extrema que, a pesar de ser puestas en conocimiento de las autoridades no tienen solución y quien sale perdiendo es el trabajador o la trabajadora extranjera”.

Y es que la sociedad sueca, por lo general, tiene un gran desconocimiento de las situaciones que viven muchas personas trabajadoras, especialmente las que son de origen extranjero, en sus centros de trabajo. SAC, en concreto, considera que sería muy necesario abrir un debate sobre ello en la sociedad, aunque todavía no se ha producido o no se han dado las condiciones oportunas para que se lleve a cabo con verdadera intención de analizar los problemas y buscar soluciones a los mismos.

Por todo esto es por lo que se hace necesaria la labor del grupo de trabajo del SAC en el que militan Agnes, David y Pamela. “Realizamos un acompañamiento realmente. Ayudamos a entender la situación en la que puede verse una persona trabajadora en un país que no es el suyo, con otras leyes y otros derechos, con una burocracia en otro idioma”, dice Agnes. Parte de este trabajo es gestionar los casos de abusos laborales, que son más habituales de lo que la gente imagina. “La mayoría de las veces son denuncias por el impago del salario por parte del empleador”, comenta David. “Nos reunimos y nos acercamos hasta la misma puerta de la empresa y llevamos a cabo una concentración para presionar y lograr que entregue su salario al trabajador. En ocasiones avisamos a los medios de comunicación, aunque vienen cuando les parece”.

Lo que nos explica David es un ejemplo de “acción directa”, aunque en Suecia no es necesario avisar a las autoridades para llevar a cabo una concentración espontánea de estas características. Este es uno de los principios de la SAC, recogidos en una declaración que aprobaron en 2022 en su 33º Congreso. Para la SAC las personas tienen que tomar partido directamente de los problemas que les afecten, y tomar decisiones por sí mismas en la búsqueda de soluciones. Es lo que en CGT resumiríamos en “Si nadie trabaja por ti, que nadie decida por ti”. Y a pesar de la poca repercusión que en la mayoría de los casos estas acciones tienen en los medios, consideran que son fundamentales como método de presión. En este sentido preguntamos sobre el papel que desempeña la prensa cuando se trata de dar a conocer situaciones de abusos laborales. Agnes explica que los medios de comunicación, en general, “han evolucionado –para bien- en Suecia, en cuanto a lo de dar cobertura a estas historias”. Y pone el ejemplo, recogido en el libro que nos presentan, de una trabajadora migrante llamada Idania. La chica había comenzado a trabajar como limpiadora en la casa de un ministro, a través de una empresa de servicios dedicada a la limpieza doméstica. Un día, una alarma de la casa hace que la policía llegue hasta el domicilio. Allí encuentran a Idania que es detenida y trasladada a un centro para migrantes. Tanto el ministro como la empresa para la que trabajaba Idania difunden en los medios de comunicación que la mujer había sido empleada por un subcontratista, para no hacer frente a la realidad de que todos conocían la situación de la mujer. Desde SAC logran, a través de los tribunales, que Idania reciba el salario que le debían. Sin embargo, es expulsada del país.

“La clase política sabe perfectamente en qué condiciones están muchas personas indocumentadas en Suecia, y también el empresariado. Es un sistema que les beneficia, aun sabiendo el dolor, la inseguridad, la precariedad y la explotación sobre la que se sustenta”, explican Agnes y David. “Por eso siempre recalcamos, a las personas que se unen a nosotras y llegan nuevas, y a las que ya llevan tiempo militando, que la única manera de revertir o, al menos, de hacer frente a estos abusos es organizándonos como trabajadores y trabajadoras”, añade Pamela. Además, nuestros compañeros están convencidos de que la militancia, una vez que la persona en cuestión ha sido protagonista de un caso de abuso laboral, es la que mueve a su vez a más gente. Es, sin duda, una manera de integrarse en la sociedad en un país donde el idioma, como nos han explicado al principio, es una barrera a tener en cuenta.

Queremos saber más sobre la burocracia administrativa en Suecia respecto a las personas trabajadoras migrantes. Agnes nos dice que los primeros dos años desde que una persona llega a Suecia puede trabajar en un empleo específico, que es precario y sin garantías de casi absolutamente nada. Crea estrés, cansancio físico –como en el caso de Idania, trabajaba el doble de horas y cobraba un salario por la mitad de las mismas-. “Esto hunde moralmente a un ser humano, le hace sentirte totalmente solo y perdido”. ¿Y existe “asilo político”? Las compañeras del SAC explican que es muy complicado, por no decir imposible, lograr que te acepten con esta consideración en Suecia. En la práctica no existe como tal. “Hace un tiempo no era tan complicado, ni las condiciones tan estrictas, y una persona migrante podía pasar de tener asilo político a un permiso de trabajo con unas condiciones laborales más dignas. Ahora no es así, y de hecho el gobierno hasta pretende retirar el permiso de residencia permanente, incluso retirando la nacionalidad”. Actualmente, el primer ministro de Suecia –que como Estado tiene una monarquía parlamentaria- es Ulf Kristersson (1963), que pertenece al Partido Moderado (Los Moderados), de tendencia neoliberal y conservadora.

La realidad de las personas migrantes en Suecia, como podemos comprobar mientras escuchamos a las compañeras del SAC, es casi la misma a la que se enfrentan todas las migrantes en muchos otros Estados del llamado “primer mundo”. Las personas que llegan hasta nuestros territorios, algo que en el Estado español conocemos muy bien a través de la Frontera Sur, lo hacen con el objetivo de poder tener una oportunidad de una vida más digna. Sobrevivir no es un delito, explotar y aprovecharse de la vulnerabilidad de estos seres humanos sí. Sin embargo, extraño es el día en el que no conocemos algún caso de explotación laboral o de muerte de algún trabajador que, en condiciones de total indefensión, ha sufrido un accidente mientras se ganaba la vida. En Suecia, nos explica David, “los empresarios, aprovechando las reglas de juego del sistema, son incluso los primeros que llaman a los “servicios” de inmigración cuando quieren deshacerse de una persona trabajadora de origen migrante. Lo hacen porque son conocedores desde el primer momento de las circunstancias de ese trabajador. Las personas migrantes, temen ser expulsadas y ante estas situaciones, en muchas ocasiones, alargan el tiempo que tardan en atreverse a denunciar o a contar lo que les pasa”.

Gabinete Prensa Comité Confederal CGT/Secretaría Relaciones Internacionales CGT.