El pasado 10 de septiembre de 2025 se tumbaba la tramitación parlamentaria de la autodenominada Reducción de la Jornada Laboral (RJL), el «proyecto estrella» del Ministerio de Trabajo de Yolanda Díaz. Decimos «autodenominada» porque, como defendimos en un artículo anterior, es muy cuestionable que una RJL a 37,5 horas sea digna de denominarse RJL —como una Renta Básica Universal de 300 euros no sería una RBU pues no tendría nada de «Básica»—. Por tanto, para distinguirla de los formatos habituales de RJL, aquí denominaremos RJL37.5 a la propuesta del Gobierno progresista.
La muerte de la RJL37.5 en el Congreso, el pasado septiembre de 2025, parece ya lejana. En ese momento pasó bastante desapercibida porque coincidió temporalmente con el pico de la lucha contra el genocidio en Palestina, y en general ha quedado ya sepultada por la sucesiva tromba de guerras culturales y mediáticas que caracteriza a la política actual.
Sin embargo, nos tenemos que hacer una pregunta importante quienes, desde los movimientos laborales y sociales, seguimos defendiendo que la RJL es una apuesta estratégica a futuro: ¿qué hacemos ahora que parece haberse pinchado la burbuja discursiva de la RJL37.5? ¿Pasamos entonces a otro tema y damos la RJL por perdida? Más bien, nos toca evaluar mínimamente el conjunto del proceso reciente, y proyectar en qué posibles escenarios de futuro nos tocará luchar para no repetir errores, y avanzar.
Un texto de Álvaro Briales para el Gabinete Socieconómico de CGT
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