En su exposición de motivos lo dejan muy claro…”los PGE para 2018, continúan con la misión de seguir reduciendo el déficit público y cumplir los compromisos de consolidación fiscal con la U€…”, ”…respecto a los objetivos de estabilidad presupuestaria y de deuda pública para el período 2018-2020, se siguen manteniendo los objetivos del déficit, de tal manera que en el 2020 todas las Administraciones Públicas, salvo la Seguridad Social, alcanzarán el equilibrio presupuestario…”, es decir, a cuenta de un déficit y de una deuda no pública y fijados ambos criterios por Bruselas desde el 2010, el gasto público (pensiones, salarios de personal público, sanidad, educación, dependencia, prestaciones de desempleo, etc.) se va a quedar en el 2021, solamente en el 38,6% del PIB, lo cual supone el nivel más bajo en 12 años de “crisis-estafa” y nuestra diferencia en el capítulo del gasto público respecto a la U€, se coloca en casi 7 puntos.
Cumplir con la U€, como se viene haciendo desde el 2010 y la culminación de la reforma del artículo 135 CE en el 2011, ha implicado efectos muy negativos sobre los derechos esenciales de las personas: “el gasto en sanidad es aproximadamente inferior en 9.600 millones de euros al que existía antes de los recortes. En vivienda, 8.000 millones inferior; en educación, 7.400 millones; en prestaciones por desempleo 7.200 millones; en cultura 5.700 millones, en familia e infancia, 2.700 millones, etc.”
El Estado Español, dedica casi 50.000 millones de € menos a la protección social, que lo que aportan y se gastan la media de los países de la U€ y, esto solo es debido a la acción política de los distintos gobiernos.
Las políticas económicas, fiscales, laborales y sociales de unos y otros gobiernos se han hecho a la medida del capital, tanto el financiero-especulativo, como el industrial y de servicios, logrando un reparto tan desigual de la riqueza, que hasta los mismos organismo internacionales (OCDE, Comisión Europea), hacen llamadas de atención sobre los “despropósitos, robos y desposesión” que se han producido sobre salarios, pensiones, y prestaciones sociales como desempleo, a la vez que un gran incremento del gasto para la mayoría social, al tener que abonar pagos en las “medicinas”, dedicar dineros “que no se tienen” a la educación, a la dependencia, etc.
Han instaurado un estado permanente de injusticia social, donde los privilegios y el “robo legal” (más allá de la corrupción) de una minoría, conforma un orden social autoritario y carente de libertad para la mayoría: el sistema fiscal es soportado hasta en un 72% por las rentas provenientes del trabajo. Los beneficios empresariales con tasas superiores de incremento a las mejores de los años del “ladrillo y la especulación”, en cambio aportan menos de la mitad en impuestos a la Hacienda Pública, que lo que aportaban en el 2010. Las grandes corporaciones industriales, de comunicación, de energía, aportan a la Hacienda Pública, ni tan siquiera el 7% de las decenas de miles de millones de beneficios declarados en el 2017.
Y esta situación, se ha hecho en nombre del déficit y de la deuda, por cualesquiera de los gobiernos existentes desde el 2008; y el PSOE, conjuntamente con quienes le llevaron al poder, esta convencido de continuar con idénticas políticas fiscales y económicas: lo importante es cumplir con “Europa”, lo de la derogación de las reformas laborales; la derogación inmediata de la ley mordaza y la amnistía social para todas las personas encausadas y/o encarceladas por luchar por los derechos sociales y laborales; la reforma drástica del Impuesto de Sociedades y de Capitales; el blindaje del sistema de pensiones públicas suficientes para todos y todas; la creación de escuelas infantiles públicas suficientes para toda la infancia de 0 a 3 años; la dotación presupuestaria a niveles de dignidad de la ley de dependencia y la creación de una red pública, dotada de recursos humanos, personas cualificadas y suficientes, para cuidar y atender a todas nuestras personas mayores dependientes; etc.., eso tiene que esperar.
CGT se sigue reafirmando en esa voz colectiva que emerge cuando las personas toman la calle: “Gobierne quien gobierne, los Derechos se defienden” y, para poder recuperar los Derechos robados, el único camino es la lucha. En ello estamos.